Sobre la construcción de personajes y su desarrollo

La construcción de un personaje original es muy difícil. Pero a la vez gratificante. Esto es porque no solo debes crearlo a él. Si quieres que se sienta vivo, necesitas crear su entorno. Hacer que el personaje responda las preguntas existenciales que todo ser humano tiene. ¿Quién soy? ¿Dónde voy? ¿Cuál es mi propósito?

En este artículo detallaré algunas de las cosas que he aprendido sobre cómo hacerlo.

Primero, debo aclarar algo: esto no es una guía que deba ser seguida paso por paso, o una fórmula mágica para desarrollar a nuestros personajes, pero puede servir para entender algunos conceptos detrás de este proceso.

Bien, comencemos.

¿Quién es nuestro personaje?

Para que un personaje interese al lector y pueda identificarse con él, necesita sentirse como un ser vivo, alguien real que bien podrías encontrarte por la calle (quitando los elementos de ficción y fantasía). Y para poder lograr esto, su autor debe conocerlo bien. Saber cuál es su pasado, cuál es su futuro, quién es su familia, quiénes son sus amigos; si está enfermo, si tiene algún complejo físico o mental, y un largo etcétera.

No obstante, no es necesario que el lector conozca todos estos detalles. Ni siquiera es obligatorio utilizar esos datos en una historia; pero el autor debe conocerlos, para poder describir a ese personaje de forma creíble (ojo, no necesariamente realista) dentro de su mundo.

Construir un personaje no es solamente describirlo y ponerle diálogos. Hay que hacer que sea coherente, tanto en su forma de comportarse como en la forma en la que habla y se expresa ante otras personas. Estos detalles forman parte de la personalidad de todo ser humano, y para lograr que nuestros personajes sean creíbles, debemos dotarlos de esos detalles y particularidades.

La psicología ocupa un papel fundamental en esto, pues define el comportamiento de las personas. Mario Castañeda, el actor de doblaje, en una entrevista habló sobre la estructura psicológica de un personaje ante tal o cual situación, y de acuerdo a esa estructura, qué haría o qué no haría. Esto, tanto en la interpretación como en la escritura, es válido.

Tomando en cuenta su moralidad, creencias, personalidad y contradicciones, debemos desarrollar una manera coherente en la que nuestro personaje puede enfrentar un problema o situación.

¿Cómo es el personaje? Digamos que es un ladrón sinvergüenza que se pasa la mitad de la vida mintiendo y robando. Si lo atrapan robando, mentirá y tratará de escapar. Sería absurdo que de un momento a otro comenzara a actuar con honestidad y admitiera el delito… a menos que eso lo beneficiara. Aunque, quizá, tenga su punto débil en los niños, y no puede evitar ayudarlos.

Los diálogos y la forma de hablar también son importantes para conseguir que un personaje se sienta vivo. Un personaje esnob debe hablar como eso, mientras que un personaje que sea de un barrio marginado de algún país pobre debe expresarse y comportarse como tal. Quizá este último se esfuerce en superar esa educación, pero siempre estará en su núcleo y podemos usar eso como recurso para darle profundidad.

Según el escritor Paco Ignacio Taibo II, hay una forma de saber qué tan bien está construido un personaje mediante sus diálogos. Prueba a eliminar todas las acotaciones y descripciones de una conversación entre dos o más personajes. Si es posible distinguir a cada uno de ellos simplemente por la forma en la que hablan y se expresan, es que es un personaje “vivo”.

Profundidad y dimensiones del personaje

Los humanos somos complejos. Nuestras acciones, emociones, pensamientos y contradicciones se rigen por el mundo que nos rodea, las personas con quienes convivimos y nuestras propias percepciones del entorno. En pocas palabras, somos seres de muchas dimensiones.

En la ficción, comprender esas dimensiones, o la falta de ellas, nos ayuda a definir qué tan profundo y complejo es un personaje.

La dimensión externa es el mundo que rodea al personaje. El lugar donde vive, estudia o trabaja. Su ciudad, su país, el mundo en el que su historia se desarrolla y la forma en la que interactúa y el lugar que ocupa en él.

La dimensión personal corresponde a sus relaciones. Su familia, sus amigos, sus aliados y enemigos. Cómo convive con las personas en su entorno y cómo se comporta ante ellas.

Finalmente, la dimensión interna corresponde a sus emociones, pensamientos y percepciones del mundo. Qué piensa y opina de algún tema en particular, cómo ve el mundo y a las personas que le rodean.

Ahora, no es necesario que nuestros personajes sean tridimensionales para ser interesantes. Todo depende de las necesidades de nuestra historia. Y también de lo que deseamos contar.

Una sátira basada en estereotipos no necesita mucha profundidad en personajes para ser divertida. 

Esto también es común en los cuentos.

Tomemos, por ejemplo, cualquier historia infantil de los hermanos Grimm: encontraremos personajes unidimensionales que interpretan un papel en la historia y su mundo se define en eso. El lobo feroz no deja de ser un mero enemigo, y Caperucita Roja una niña tierna que va por el bosque camino a casa de su abuela.

Por otro lado, si analizamos a personajes como Woody, nos encontramos con alguien tridimensional.

Woody es el muñeco de Andy. Su mundo es la habitación de Andy y los juegos que este inventa. Cuando Andy está cerca, solamente es un muñeco inanimado; cuando se va, demuestra que está vivo, al igual que el resto de los juguetes en la habitación. Cada juguete tiene un comportamiento propio, y se relacionan entre sí actuando con personalidades bien definidas. Woody, al ser el favorito de Andy, es visto por todos como el líder, y él ha tomado ese papel. Al llegar Buzz, se siente amenazado y celoso, así que actúa con envidia hacia el nuevo juguete de Andy. Y al final de la película, Woody ha crecido y Buzz es ahora su mejor amigo. Es decir, tuvo un desarrollo.

Desarrollo de personajes y las reglas de su mundo

Si escriben fanfiction, seguramente los términos Mary Sue y Gary Stu les son familiares. Es más, puede que alguna vez hayan sentido la tentación o incluso hayan creado personajes que caen en esas categorías. Yo lo he hecho más de una vez, pero es parte del proceso de aprender.

Mary Sue y Gary Stu son personajes perfectos en el peor sentido posible. Son los más populares, los que guían la trama y el mundo gira a su alrededor. Se consideran idealizaciones del autor, posiblemente un fanático, que emplean para alterar el mundo de ficción en el que se ha insertado. Dadas estas características, tanto la Mary Sue como el Gary Stu son personajes mal construidos, poco realistas y molestos para los lectores que buscan algo más que satisfacer la fantasía de poder.

La forma más simple de evitarlos (si se quiere hacerlo) es teniendo muy en cuenta las limitaciones, fortalezas y debilidades de nuestros personajes. No exagerar sus características y hacer que ellos se ajusten al mundo y sus reglas, no al revés.

¿Podemos hacer personajes poderosos? Sí, pero ser poderoso no significa que solo por eso el mundo debe doblarse a su voluntad.

Yuuko Ichihara de XXXHolic es un buen ejemplo de esto. Ella es una bruja poderosa, al nivel de los dioses; sin embargo, está atada a una serie de reglas. La más importante: el equilibrio. Para hacer algo, debes pagar su precio equivalente, siguiendo un sistema de acciones y consecuencias, causas y efectos.

Y esto último es fundamental: si vas a crear reglas, no dejes que tus personajes las rompan. Y, si es necesario que lo hagan, es recomendable idear una penalización equivalente.

En el Buffyverso, se repite una y otra vez que la magia tiene consecuencias. Usarla para revivir a un muerto, por ejemplo, es algo muy peligroso. Así que es una ley que tienen los usuarios de la magia: no revivir muertos bajo ninguna circunstancia. Cuando los protagonistas deciden romper esa ley, las consecuencias son un inminente apocalipsis.

Un detalle, que puede ser especialmente bueno para evitar el caer en malos hábitos a la hora de diseñar personajes, puede ser seguir el consejo de Martín Solares: «Yo creo que no se puede diseñar a los personajes como en un laboratorio, o no se debería. Hay que ir descubriéndolos. Y para esto, debemos hacer un ejercicio muy honesto; pregúntate: Este personaje que aparece en mi historia, ¿soy yo? ¿Soy solo yo disfrazado, o es un auténtico personaje vivo?»

Como autores, debemos aprender a salirnos de lo que escribimos. Narrar todo a distancia, evitando que nuestro ego o narcisismo intervenga. Hay que dejar ese espacio para que lo llenen los personajes. No significa que no podamos dejar algo de nosotros en ellos, pero a la vez debemos imprimirles características que los hagan ser únicos.

A su vez, siempre es importante distanciar al autor de lo que escribe.

Yo puedo escribir una historia sobre una persona que comete ciertos actos atroces, y narrar todo eso en primera persona, detallando la psique, los pensamientos y motivaciones de ese personaje; pero eso no significa que yo sea alguien que va a hacer eso en la vida real.

En resumen: deja que las historias sean solo eso. No te preocupes por la moral de un mensaje, sobre todo si no escribes para niños. Deja que el lector le dé la interpretación que quiera.

Herramientas para construir personajes

Yo uso dos herramientas para crear un personaje: las 70 preguntas que debes hacerte para crear un personaje (lo pasaré en otra entrada) y una ficha del juego de rol Vampiro la Mascarada, claro, ignorando los detalles que tienen que ver con el juego y adaptándola a mi necesidad. 

Las 70 preguntas son una muy buena forma de conocer al personaje. Y la ficha me sirve para tener una idea de qué puede hacer y qué no ese personaje, ordenado perfectamente y representado en una forma estructurada.

Un detalle: estas dos herramientas son para mi uso personal. Algunas personas toman por costumbre publicar las fichas de sus OC cuando los emplean en fanfictions. No soy nadie para decir qué hacer, pero creo que esas herramientas deben ser exclusivamente para uso del autor. Lo mejor es que el lector vaya conociendo a los personajes a través de la historia y no de una ficha de presentación al comienzo de esta.

Caso distinto es si se trata de una secuela, en donde una pequeña sinopsis sobre los personajes principales y mayores puede ser una buena manera de colocar al lector de nuevo en el punto donde se dejó la historia… En especial si ha pasado un largo tiempo desde que se publicó la parte anterior.

Medir el crecimiento de un personaje

Para determinar cuánto ha crecido un personaje respecto al comienzo y el final de la historia, también podemos recurrir a un cuestionario:

¿Qué aprendió durante el transcurso de la historia? ¿Se deshizo de alguna debilidad o complejo, o, por el contrario, adquirió algunos nuevos? ¿Qué cambió en su relación con los otros personajes? ¿Qué nuevas relaciones tiene con otras personas y de qué tipo? ¿Un nuevo romance, amistad o enemigo? ¿Adquirió o desechó alguna creencia en particular? ¿Sus motivaciones del comienzo siguen siendo las mismas o algo ha cambiado? ¿Qué perdió y qué ganó en general con respecto al comienzo y el final de la historia?

Poder responder estas preguntas, o la mayoría de ellas, es una buena manera de comprobar si vamos por el camino correcto.

Conclusión

En fin, la mejor forma de crear a nuestros personajes es experimentar. Así que ve: escribe, reescribe, diseña y empieza de cero si es necesario. Parece que estás dejando cosas atrás, pero en realidad estás avanzando.

No tienes que crear personajes perfectos. La ficción refleja la realidad, y la realidad es que, como humanos, estamos lejos de ser perfectos.

Ahora, si me disculpan, debo seguir escribiendo…

Comentarios

Lo más popular

Bienvenidos a este rincón del internet